sábado, abril 29, 2006

14.- Mordaunt Espinosa, prospector de fortuna.

Cuando el reputado astrofísico Dr. Arturo McAndrew hizo pública la noticia del descubrimiento de un cinturón de valiosos microagujeros negros a mitad de camino de la nube de Öort de la estrella Calpurnia se desató una auténtica fiebre del oro entre los aventureros de toda la galaxia. En aquellos años se contaron historias de inmensas fortunas, y de miserias abismales, pero ninguna tan extraña como la de Mordaunt Espinosa y sus tres desgraciados compañeros, de los que ninguna base de datos guarda el nombre.

Habían embarcado rumbo al cinturón de McAndrew en una nave vieja y mal surtida de repuestos, que habían comprado con sus últimos ahorros; iba a ser un viaje largo, en una enorme órbita a velocidad sublumínica por la que irían en todo momento rastreando masas y emisiones de partículas. Parece ser que las tensiones entre los miembros de la tripulación habían comenzado ya en los primeros meses de viaje, y el soñado éxito no hizo sino empeorarlas.

Localizaron un magnífico agujero negro, con un valor estimado de dos billones de leurocréditos, y ya habían enviado el mensaje al planeta Cutlass registrando las coordenadas del descubrimiento, el único trámite necesario para que les fuera adjudicado el veinte por ciento de los beneficios, y se disponían a regresar ricos y felices a los mundos interiores del sistema Calpurnia cuando descubrieron que una avería en el frigorífico de la nave había echado a perder una gran parte de las provisiones, y que no llegarían vivos a Cutlass tras tan largo viaje.

O al menos, no los cuatro. Mordaunt Espinosa actuó rápido y con decisión nada más saber la noticia, y asesinó a sus tres compañeros. Racionando cuidadosamente las provisiones preservadas, un solo tripulante podría sobrevivir, y al despiadado Mordaunt Espinosa, que no era muy dotado para las matemáticas, el reparto de tantos miles de millones de leurocréditos se simplificaba considerablemente si en vez de entre cuatro, se calculaba sólo para uno.

Ya había lanzado los tres cuerpos al espacio, con el fin de eliminar las pruebas, y habían quedado éstos orbitando en torno al agujero negro que había sido la causa de su fortuna y su desgracia, cuando Mordaunt Espinosa descubrió horrorizado que los motores también sufrían averías, y que no darían el rendimiento esperado en su regreso: las provisiones almacenadas tampoco serían suficientes para su supervivencia, a no ser...

¡Los cuerpos de sus tres compañeros! ¡Congelados y aprovechados podrían ser suficientes para alimentarle durante el viaje! Tendría que buscar por el espacio circundante al agujero negro hasta recuperarlos, y llevarlos a la nave. Pero tendría que darse prisa, o el tiempo empleado en su rescate haría que ni siquiera ese suplemento alimenticio sirviera para salvarle la vida.

Una carrera contra reloj en la que muchas veces lamentó no haber anotado el impulso y la dirección en que los había lanzado. Intentó calcular sus posibles órbitas con los datos que creía recordar, pero fue inútil: aquellos tres cadáveres eran objetos demasiado pequeños y fríos para ser detectados por sus instrumentos. No encontró ninguno.

Murió de hambre en el camino de regreso a casa, por culpa de su poca habilidad matemática, porque no pudo resolver el problema de los tres cuerpos.