martes, mayo 09, 2006

31.- Zorraida Velasnegras, vidente (des)engañada.

Abandonó la prostitución para ir cayendo más bajo por la vida. Hacía mamadas a las ingenuidades, ordeñaba orgasmos de esperanza en laboriosos trabajos de manos y de lengua. Una larga carrera con las cartas, vaticinando a los pardillos fama, fortuna y amor le trajeron las dos primeras.

Todos los fines de año galáctico predecía para el siguiente obviedades tan obvias que resultaba chocante que muchas no se cumplieran; de todas formas, de un año para otro nadie llevaba la cuenta de sus resbalones, los medios de comunicación cuidaban mucho de la imagen de un fenómeno que participaba, vía publicidad, con ellos de las ganancias, de una pronosticadora que no acertaba mucho menos, que no se diferenciaba mucho de sus tertulianos, expertos en economía, en política, en lo planetario y en lo galáctico.

Tuvo la idea del siglo: cuñas pregonadas por ella misma en cada uno de sus servicios de adivinación por teléfono. Planetas completos de inversores que confiaron sus modestos ahorros a Timasa, Cartera de Inversiones. Cuando se desató el escándalo y billones de arruinados iracundos la buscaron, creyendo que el pájaro había volado con una cuenta de quince cifras decimales, la encontraron aporreando como una perra abandonada la puerta de las oficinas locales de Timasa, el rimmel corrido hasta las arrugas del cuello, la máscara de maquillaje cuarteada como el estuco barato, llorando por su humillación y por su ruina.

La multitud extinguió bruscamente su sed de sangre y apagó las antorchas. No hubo ira, ni hubo lástima, porque todos compartían la desgracia. Se apostaron en torno a ella, dejándola un amplio espacio vacío de silencio y descrédito. Un espacio que quedó vacío para siempre, porque nadie más creyó en sus poderes de adivinación, nadie le pidió nunca más un vaticinio, nadie pagó por una esperanza que viniera de ella.

Ni ella ni ellos lo sabían, pero en una galaxia sin dioses ella había sido una diosa del futuro, y un dios crece con el temor y la expectativa, y puede soportar el odio y el insulto, pero se cuartea y cae derribado al suelo cuando a todo el que ve su estatua le resulta evidente que es tan sólo una piedra pintada cuyos ojos no ven, una máscara tras la cual sólo anida el vacío.